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Advierten por el uso indiscriminado del mindfulness

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18-01-2018 | SALUD Y BIENESTAR | POR QUÉ
Advierten por el uso indiscriminado del mindfulness

Hay que estar atentos ante quienes ofrecen la aplicación de esta valiosa técnica para resolver todos los problemas de la vida.

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En los últimos años se ha abierto la canilla del mindfulness: se derrama por todos lados, como terapia o entrenamiento para alcanzar mayores niveles de bienestar pero también en muchas ocasiones, para aliviar sintomatología variada.

En tal sentido, la aplicación de esta valiosísima técnica (que puede transformarse en un modo de vivir, en una actitud vital) se ha vuelto en algunos casos indiscriminada, poco asertiva, o al menos desaconsejable.

¿Por qué esto? Porque su uso terapéutico ha introducido la esperanza de solucionar todo a través del mindfulness, desde dolores crónicos hasta ansiedad y rasgos de impulsividad, por ejemplo. Su filosofía budista de raíz, la sabiduría de sus fundamentos y el profundo bienestar que pregona nos hace anhelar esos niveles de paz y equilibrio emocional. Así, quienes la enseñan, en muchos casos se abrazan a esta consigna de hacer de él un bálsamo generalizado para todos los problemas de la vida.

Bienestar vs. alivio sintomático en la terapia
Uno de los problemas del mindfulness es que, a partir de algunos resultados promisorios con pacientes con dolor crónico y ansiedad, por ejemplo, se lo ha intentado aplicar masivamente (en algunos casos) en todos los pacientes que padecen estas condiciones y muchas otras más. Aclaremos esto: el mindfulness nunca pretendió ser una aplicación terapéutica en principio. El mindfulness no tiene objetivos. Es una práctica que, bien entendida, supone el experimentar, sobre la base de las enseñanzas originarias del Buda, la profundidad de cada momento con una cualidad atencional especial: intencionalmente y sin juzgar. Toda la práctica conlleva la exploración consciente, con lo que llamamos nuestra mente de principiante, de las experiencias internas y externas.

No quedan dudas de que la práctica regular de mindfulness conduce a cambios (que aún no conocemos científicamente muy bien) en la cognición, en la emoción y en la manera en que experimentamos el mundo (incluidos los vínculos sociales). Es, sin dudas, un método casi contra-cultural que nos inmuniza de la multitarea, la distracción y la reacción automática, pero esto no necesariamente puede ser proyectado a la atención de patologías que incluyan estas características con un criterio meramente utilitario/eficaz.

Ocurre que, por ejemplo, muchos profesionales hacen una asociación directa: si el mindfulness brinda atención penetrativa, equilibrio emocional, paciencia y auto observación amorosa, todo esto es aplicable a la persona ansiosa. Entonces, ¡cómo no habría de servir! Pero esta simplificación de los efectos de la práctica es errónea. Ese impacto no se da necesariamente en todas las personas ni siempre. Necesitamos especificar en qué situaciones, mediante qué prácticas y luego de cuánto tiempo de entrenamiento, accedemos a estos beneficios. Si no, estamos confundiendo.

Mindfulness para todos y todas
Hay estudios en pacientes con trastornos craneales o infartos cerebrales, pacientes oncológicos, pacientes con estrés postraumático…hoy se ha multiplicado la aplicación del mindfulness vigorosamente en la ciencia. Lo que tenemos claro por ahora es que las personas que hacen un entrenamiento continuo, a través de un protocolo claro y reproducible, mejoran la percepción de su propio estado de salud, la actitud y la adherencia a las terapias que realizan (a veces esto es designado científicamente como "niveles de calidad de vida") y, en muchos casos, disminuyen niveles de estrés y ansiedad. Pero de aquí en más, todo está por demostrarse.

La aplicación indiscriminada del mindfulness dentro de una pseudo actitud científica y una omnipotencia balsámica para todos los problemas de salud, es algo que los profesionales debemos cuidar con celo para no transformar a este entrenamiento, tan valioso y transformador, en un conjunto de buenos deseos y expresión mediática. De nosotros los profesionales depende.

CLARIN

Fuente: SM

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