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Venadenses adoptaron hermanos ucranianos

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04-02-2018 | VENADO TUERTO | ADOPCIÓN
Venadenses adoptaron hermanos ucranianos

Fernando Baudracco y Carla Fernández Moll adoptaron en Pryluky a los hermanitos Artem y Vitaliy, hoy Lautaro y Amadeo. Tomaron la decisión luego de las imposibilidades biológicas de ser padres y de las trabas burocráticas en Argentina

La familia Baudracco junto a los niños Lautaro y AmadeoLa familia Baudracco junto a los niños Lautaro y Amadeo

Tras insistir por los medios naturales y perder ocho embarazos, los venadenses Fernando Baudracco y Carla Fernández Moll, decidieron terminar con la angustia de no poder ser padres y formar la familia que soñaron durante tantos años. Hace 21 años que están casados y más de 10 que hacían tratamientos.

En el 2016, tomaron la iniciativa de adoptar. Se anotaron en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) y empezaron a transitar ese camino. Veían que el horizonte era un poco largo. Si bien la ley cambió, empezaron a ver que podían llegar a ser papás en ocho años o inclusive nueve. Pensaban que estaban grandes para esperar ese tiempo y se habían desalentado.

A través de las redes sociales, se enteraron de una familia cordobesa que había pasado por una situación similar a ellos y habían adoptado en Ucrania. Hicieron gestiones y recibieron ayuda para empezar a andar ese camino en el lejano país. En diciembre del 2016 prepararon toda la documentación y se contactaron con una persona en Europa que haría las veces de facilitador.

Ya en enero del 2017 enviaron una primera serie de documentos. Tuvieron que rehacer papeles y en febrero les dieron un número de legajo. Eso era una buena noticia porque a partir de ahí, en 30 días, los ucranianos les decían si eran aptos o no. En marzo les dieron el visto bueno y en abril ya les pusieron fecha para una entrevista en Kiev, capital de Ucrania. Habían pedido adoptar chicos hasta 12 años, con la posibilidad de que sean hermanos.

Para el 15 de mayo ya estaban instalados en Europa. Fueron al Ministerio de Políticas Sociales y en una segunda entrevista, conocieron a Artem (hoy Lautaro), por entonces de seis años. El pequeño hacía ya tres que residía en un orfanato. Al poco tiempo, hicieron lo propio con Vitaliy (actualmente Amadeo), de cuatro, quien desde los dos meses vivía bajo la custodia del Estado ucraniano. Ambos compartían orfanato pero en distinto predio.

Para junio, exactamente un año después de que empezaron los papeles en Argentina, ya estaban en contacto con los chicos en Ucrania. También conocieron a otros argentinos en idénticas situaciones: querían ser padres y no pasar por todos los engorros del sistema argentino.

Desde que empezaron la “aventura” hasta que regresaron a Venado, pasaron nada menos que 100 días. Fueron con exceptivas de 45 o 50, pero allá los tiempos fueron otros. Tuvieron pequeñas demoras, pero ninguna complicación seria. Llegaron en agosto del 2017 a Venado Tuerto, luego de sortear miles de kilómetros, diferencias culturales y de idioma.

El corazón sobre todo

Carla recuerda que el día que conoció a Lautaro, después de charlar con los profesionales, el nene entró y lo primero que hizo fue sentarse a “upa” de ella. “Se quedó ahí. Después nos pasaron a otra habitación y enseguida se puso contento, bien”.

48 horas más tarde, se encontraron con Amadeo, que al principio según la “mama” (como dicen los chicos, al igual que “papa”, así sin acento) fue más reacio. “Pero después cambio totalmente. Ahora por ejemplo llora cuando me voy”, dice entre risas.

El momento en que los cuatros estuvieron juntos los cuatro por primera vez, fue especial. Los dos hermanitos, que habían estado separados, automáticamente se reconocieron y se abrazaron. Hasta compartían la comida, algo que según cuentan, allá no es muy normal.

En cuanto a la diaria y lo cotidiano, asegura que son iguales a todos los chicos. “Hay que tener paciencia con la comunicación porque cuesta un poco. De apoco tratamos de poner límites y orden en la casa. Pero terminamos siendo una familia normal”.

Carla admite que soñaron muchas veces con esto que están viviendo. Y jamás pensaron que sus hijos iban a estar tan lejos y que sean dos: “No podían ser otros. Son ellos. Por suerte están felices y contentos. Se despiertan de buen humor y a veces cantan. No están angustiados. Jamás se asustaron o lloraron. Cambiarles la vida así te llena el alma”

Fuente: SM-VENADO 24

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