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¿Qué es la posdemocracia?

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Este artículo fue publicado en España el 4 de diciembre pasado, donde ha provocado un interesante debate, sobre todo en el ámbito académico. Desde algunas universidades me lo han solicitado para sus respectivas revistas y, en torno a lo que he denominado "posdemocracia", una de ellas está organizando un seminario para seguir pensando la cuestión.

Ese interés que realmente no esperaba me decidió a compartirlo ahora con ustedes.

La democracia es un sistema político y, como todo sistema, sea político, informático o de cualquier naturaleza, es siempre en mayor o menor medida inestable. Es decir, por definición, todo sistema es dinámico y responde al entorno y las circunstancias que lo influyen en distintos niveles.

Ningún país es en sí mismo democrático, lo es porque así lo ha establecido, es decir, ha decidido ser democrático mediante la adopción del pertinente sistema político. Antes puede haber sido absolutista, autoritario, feudal, totalitario y ahora democrático. O sea, los países son lo que son según la velocidad de la historia.

Por ejemplo, Francia fue absolutista, Alemania, totalitaria, incluso en períodos en donde ya se había instalado la democracia en dichos países fueron más o menos democráticos según el momento. Así, para algunos, Francia era más democrática en la época del Frente Popular de lo que fue en otro período también democrático, y tal vez hoy sea más democrática de lo que podría serlo en un futuro si ganase democráticamente el ultranacionalismo xenófobo y racista.

Aquello que pretendo significar es que la historia genera fluctuaciones permanentes en los sistemas políticos, afecta su efectividad y, en consecuencia, el nivel de fortaleza de la democracia.

El caso es que hoy estamos en un período de debilidad global de la democracia. Desestabilizada frente a una cada vez mayor concentración de la riqueza, un incremento inédito de las desigualdades de todo tipo, una silenciosa instalación algorítmica de la política y un desmantelamiento sostenido de la ciudadanía social, la democracia liberal, fiel heredera de las ideas humanistas del siglo XIX, está transformándose en un sistema político de transición al que llamaré "posdemocracia".

Daré las tres características definitorias de la posdemocracia:

-La mayoría de los trabajos que la posdemocracia ofrece solamente permiten vivir en niveles de pobreza. Es decir, bajo este sistema ya no se puede depender del trabajo para cubrir suficientemente las necesidades básicas, lo que genera formas modernas de esclavitud y explotación.

La posdemocracia ha desplazado el poder real por fuera del sistema político tradicional, ha fragmentado hasta su "desaparición" al clásico sistema de partidos políticos y, en consecuencia, pone a la gobernanza fuera del alcance del control de los partidos políticos y de las instituciones. Para razonarlo con mayor claridad daré un ejemplo concreto: los gobiernos europeos, priorizando el interés y el derecho que esgrimían los bancos, rechazaron la reducción de la deuda griega y generaron previsibles daños económicos y sociales en aquel país. Los mecanismos democráticos, los partidos políticos y las instituciones del propio Estado griego no lograron impedir una decisión con final anunciado.

-La posdemocracia implica el final de los mecanismos y las instituciones políticas tradicionales y el surgimiento de una organización automatizada y algorítmica de la política. La clásica ingeniería institucional compuesta por partidos políticos, parlamentos, sistemas jurisdiccionales y demás organismos burocráticos será relegada a un segundo nivel institucional. La posdemocracia priorizará un sistema de toma de decisiones gubernamentales a partir de estudios estadísticos, focus group, algoritmos e inteligencia artificial.

Para concluir, nuestro tiempo histórico ha muerto, somos la civilización sándwich entre nuestros viejos sistemas políticos y lo desconocido. La única certeza es que lo desconocido nos lleva al poshumanismo político y nos aleja de aquella sociedad justa, inclusiva, sustentable y con eje en el trabajo de la persona.

Es por ello que una necesidad intrínseca de la posdemocracia consiste en resguardarse a sí misma de todo lo humano, de todo vínculo real y solidario, reduciendo a las masas a una condición de ciudadanía pasiva, desactivada, lo cual pretende, valiéndose de la tecnología y los actuales sistemas de comunicación que inoculan principalmente en nuestros jóvenes un fuerte pesimismo antropológico y una desconfianza extrema en lo humano, lo cual conduce hacia el descontento final para con la democracia liberal.

El autor es doctor en Ciencias Jurídicas y especialista en constitucionalismo. Profesor de la Universidad de Buenos Aires.

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