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Los jubilados como variable de ajuste

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En el discurso de relanzamiento de su gobierno en el CCK tras la victoria electoral, Mauricio Macri dijo: “Tenemos que empezar una discusión adulta y honesta sobre nuestro sistema de jubilaciones” (Adrián Escandar)

Hay palabras que tienen un aire de superioridad. Sutileza, matriz, paradoja, teatro, encrucijada, estridencia, por ejemplo. Por supuesto que es una apreciación subjetiva, pero seguramente cada uno de los que trabajan con la palabra tiene una lista a la que recurrir para reforzar discursos, redacciones o simples charlas. Se las usa para embellecer, para presumir, y también para adornar el argumento con una pincelada de autoridad.

En la lista de muchos políticos, economistas y analistas figura la palabra sustentabilidad. La emplean como un comodín que llena vacíos. Que los releva de mayor explicación. Afirman que algo es sustentable, o que no lo es, con la seguridad de una sentencia categórica. Que no requiere justificación. Es indiscutible. La palabra sustentabilidad tiene ese don de superioridad y autoridad que la torna atractiva y funcional.

Como actualmente lo demuestra el palabrerío alrededor de la reforma del sistema previsional que impulsa la Casa Rosada. En el discurso de relanzamiento de su gobierno en el CCK tras la victoria electoral, Mauricio Macri dijo: "Tenemos que empezar una discusión adulta y honesta sobre nuestro sistema de jubilaciones. Sabemos que nuestro sistema previsional no es sustentable". Tras el acuerdo con los gobernadores de la semana pasada, Marcos Peña declaró que "el objetivo de los cambios es darle sustentabilidad al sistema previsional".

¿A qué sustentabilidad se refieren? ¿Qué es lo que entienden por sustentabilidad? ¿Hay acaso un criterio único para definir la sustentabilidad de un sistema previsional?

Ingenuos y desinformados quienes crean que la sustentabilidad se evalúa o se define aplicando alguna técnica o teoría. Como suele suceder con estas cosas, la sustentabilidad de un sistema previsional se determina políticamente. Es una obviedad, pero una obviedad que no está concientizada. Si los jubilados ganan a, b o z, no será como resultado de una fórmula aséptica.

Si los jubilados ganan a, b o z, no será como resultado de una fórmula aséptica

Toda jubilación es política

Lo que realmente subyace en el argumento de la mayoría de los que señalan que la situación actual es insostenible, es la lógica según la cual un sistema previsional debe tener un equilibrio en el tiempo entre los ingresos por aportes personales y contribuciones patronales, y lo que se paga por jubilaciones y pensiones.
Aunque esa fuera la única manera de concebir la sustentabilidad, tampoco estaría exenta de política. Sencillo: ese equilibrio se puede alcanzar con infinitas combinaciones de niveles de aportes, contribuciones y de valores y escalas de jubilaciones y pensiones. La selección de una de esas alternativas, es tarea de la política.

Mucho más condimento político aún, si se acepta que el sistema previsional no necesariamente tiene que estar acotado a los aportes, contribuciones, jubilaciones y pensiones. No hay ninguna razón, que no sea política, para descartar otro tipo de recursos.

De hecho, lo que sucede desde siempre es que el sistema no se financia solo con aportes y contribuciones. Cerca de un 40% de los gastos anuales de la Anses se cubren con fondos derivados de lo que la AFIP recauda por Ganancias, IVA, Combustibles y Cigarrillos. Eso es consecuencia de decisiones políticas adoptadas en su momento.

Un 40% de los gastos anuales de la Anses se cubren con fondos derivados de lo que la AFIP recauda por Ganancias, IVA, Combustibles y Cigarrillos

También fueron políticas las decisiones tomadas o impulsadas por el kirchnerismo de incorporar al sistema millones de personas que no estaban en condiciones de jubilarse, y de cargarle a la Anses el presupuesto de la Asignación Universal por Hijo y de los planes Progresar y Conectar Igualdad, que en conjunto representan una nada despreciable décima parte de todas las prestaciones de ese organismo. Podrían haber cubierto esos programas con más impuesto a los grandes patrimonios, y así dotado a esas políticas de mayor progresividad. Pero no lo hicieron. Decisiones políticas.

Asimismo, ¿qué fue, si no política, la iniciativa del actual gobierno de promover la ley de Reparación Histórica para cientos de miles de jubilados?

Por todo eso, hablar de sustentabilidad en el aire tiene muy poco sentido. Tan poco sentido como sería sostener que la educación pública es deficitaria o no es sustentable porque solo supone gastos.

Nuevamente, aunque sea extremadamente obvio, vale recordar que la educación pública gratuita es consecuencia de la política.

Lo inexplicable y paradójico (para usar una de las palabras de la lista), es que quienes dicen estar preocupados por la insustentabilidad del sistema previsional están promoviendo una reforma que conlleva un serio riesgo de desfinanciar a la Anses.

Como parte del acuerdo con los gobernadores, que deja como principal ganadora a la bonaerense María Eugenia Vidal, el proyecto de reforma establece que el sistema previsional dejará de percibir algo más de $100.000 millones anuales provenientes de la recaudación de Ganancias, lo que no alcanzaría a ser compensado con la derivación de todo lo que recauda el impuesto al cheque. A esa pérdida se agrega el efecto de la rebaja de contribuciones patronales, que será creciente a medida que la parte del salario que quedará exenta del pago vaya aumentando hasta llegar en el año 2022 a 12.000 pesos (ajustados por inflación).

Además hay que tener en cuenta que las cuentas de la Anses van a sufrir otro recorte de ingresos dispuesto por la Corte Suprema; y que la Reparación Histórica generó egresos extras a lo largo de los años sin fondos adicionales que lo cubran de manera sostenida, salvo, por única vez, el impuesto al blanqueo de capitales. No fue esta una medida sustentable financieramente. Y eso fue una decisión política.

El desbalance generado por los cambios que vienen de arrastre y por los que el Gobierno está impulsando ahora, sería en parte neutralizado por el cambio en la fórmula de movilidad jubilatoria, que de entrada le rebanaría entre 6 y 8 puntos (dependiendo de cómo quede la nueva fórmula de indexación) al aumento en los haberes del año próximo. De esa manera se rebajaría lo que los jubilados y pensionados hubiesen cobrado no solo en 2018, sino hasta el fin de sus días.

La matemática es implacable: atrasando el punto de partida, se atrasa la llegada a cada una de las escalas hasta el destino final

Ese "ahorro" en el pago a los jubilados tal vez alcance a lograr un tipo de sustentabilidad: la de los números de la Anses. Solo tal vez.
Lo que es seguro es que otra sustentabilidad se va a ver deteriorada: el nivel de vida de los jubilados.

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