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La violencia oculta que nos daña a todos

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Como padre, marido, hijo, hermano, colega y ciudadano, todos los días me siento agradecido hacia las mujeres que enriquecen y forjan nuestras familias, nuestros ambientes de trabajo y nuestras comunidades. Es doloroso pensar que cualquiera de esas mujeres pueda sufrir violencia y es difícil hablar sobre los efectos de la violencia de género en nuestras vidas. El 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y el comienzo de la campaña mundial "16 días de activismo contra la violencia de género" que culmina el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, y concentra la atención mundial sobre el flagelo de la violencia contra la mujer.

Mientras estos acontecimientos conmemorativos que tienen lugar todos los años generan una conciencia valiosa, el impacto de la violencia contra las mujeres y las jóvenes ocurre todo el año. Debemos unirnos todos —personas, comunidades y gobiernos— para combatir esta grave violación a los derechos humanos que corroe nuestras sociedades.

En Estados Unidos, hemos sido testigo de un aluvión de titulares relacionados con el abuso y el acoso sexual en la industria del espectáculo, los medios y la política. Aunque es terrible leer sobre estos sucesos, la situación también ofrece una razón de esperanza al ver que esta oscuridad sale a la luz. Con demasiada frecuencia la violencia contra las mujeres y las jóvenes se ve cubierta por un manto de vergüenza y silencio, y lamentablemente es un fenómeno que no reconoce fronteras geográficas, sociales o económicas. A nivel global, más de una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia sexual, según datos de las Naciones Unidas. La cantidad de casos de violación y agresión sexual en mi país sigue siendo inaceptable. En Argentina, una mujer es asesinada aproximadamente cada 30 horas de acuerdo con organizaciones de la sociedad civil.

La violencia contra las mujeres y las jóvenes les impide integrarse plenamente a la sociedad, y constituye una barrera para su participación cívica, social, política y económica. Importa consecuencias físicas, sexuales y mentales a largo plazo para las víctimas y sus familias. Tiene costos financieros y en el desarrollo que van desde los relacionados con el cuidado de la salud y los gastos legales hasta pérdidas de productividad. Según datos del Banco Mundial, debido a la pérdida de productividad, la violencia de género tiene un costo estimado promedio del 3,7% del PBI de un país. La impunidad de la que gozan los responsables y el miedo que engendran también daña a la sociedad.

Cada vez más países tienen leyes contra la violencia doméstica, la agresión sexual y el femicidio, y diversos acuerdos internacionales protegen el derecho de la mujer a vivir sin violencia. Sin embargo, combatir la violencia de género requiere más que leyes; requiere un amplio compromiso individual y de la sociedad. Los hombres debemos acompañar a las mujeres en esta lucha, y cuando cualquiera de nosotros es testigo de un acto de violencia contra las mujeres y las jóvenes, no podemos quedarnos callados.

Aquí en Argentina tuve el privilegio de ver el poder de movimientos influyentes como #NiUnaMenos, el trabajo de la sociedad civil y actores del gobierno para perseguir a los responsables y asistir a las víctimas. Luchar contra la violencia de género implica no solamente contar con acciones policiales y judiciales, leyes y programas de asistencia que sean más fuertes y adecuados, sino también reconocer la importancia de empoderar ampliamente a las mujeres, lo que abarca desde la participación económica hasta el equilibrio de género en el liderazgo político.

La Embajada de Estados Unidos en Argentina se complace en participar de la campaña "16 días de activismo contra la violencia de género" destacando 16 maneras en que la sociedad civil y el gobierno de Argentina están combatiendo la violencia contra las mujeres y las jóvenes. Personalmente, tuve el honor de participar con muchos de mis colegas de la Embajada en actividades en apoyo de grandes organizaciones como Fundación Vida sin Violencia y el refugio para mujeres víctimas de violencia de género Busco Mi Destino, que están haciendo una diferencia. Los invito a conocer nuestra campaña aquí.

La violencia contra la mujer hiere no sólo a las víctimas sino también a sus familias, sus comunidades y a la sociedad toda; y se necesita a la sociedad entera para luchar contra este flagelo. Poner fin a esta clase de violencia oculta es difícil, pero si todos ponemos nuestra parte para ayudar, todos recibiremos los beneficios de ser una comunidad más fuerte y sana.

El autor es encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos.

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