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La verdadera razón del clima golpista

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"Ponían en la puerta del Congreso gente ensangrentada, les ponían sangre incluso, yo sé lo que es un golpe civil", dijo anoche Elisa Carrió ante un recinto con una minoría muy intensa que insistía con levantar la sesión, con evitar que el Congreso funcione. Hablaba de los dramáticos episodios que terminaron primero con el gobierno de Fernando de la Rúa, y luego con el de Adolfo Rodríguez Saá, o sea, hablaba de un peronismo capaz de todo con tal de volver al poder, no importa el costo de vidas.

Entre los que escuchaban (más bien, entre los que la vapuleaban), había diputados que estuvieron en la calle en esas dramáticas jornadas que los formatearon políticamente, pero también diputados que estuvieron conspirando contra el gobierno de entonces para hacerlo caer. Y lo lograron. Dos veces.

No es fácil para muchos aceptar que hay un intento de golpe. Es algo que a la enormísima mayoría de los argentinos jamás se le ocurriría. Estamos los que aceptamos las reglas de la democracia y están los que buscan cambiarlas cuando llegan al poder o, cuando están fuera, volver a como dé lugar.

Repetimos que el Gobierno fue ingenuo al creer que alcanzaba con ganar las elecciones para proponer a los gobernadores un paquete de reformas con las que espera ordenar la economía y generar condiciones sustentables de crecimiento e inversión.

Aceptamos como si fuera normal que haya elementos golpistas callejeros coordinados desde sectores políticos precisos con representación parlamentaria.

No nos escandaliza que haya políticos convencidos de que hay que impedir el funcionamiento de la democracia.

El problema que tiene el Gobierno es que quiere gobernar un país que fue conducido por el peronismo durante 25 de los 34 años de democracia reciente, un peronismo que interrumpió anticipadamente los dos gobiernos radicales que llegaron al poder, un peronismo que hegemonizó la política argentina desde 1943.

Durante estos 70 años, Argentina perdió relevancia internacional y se fue haciendo cada vez menos competitiva. Y durante los últimos 34, se hunde en forma sostenida en la pobreza estructural, que el aumento de los planes sociales no logra detener.

La constancia que tuvo buena parte del peronismo de que hay una mayoría decidida a explorar otro camino político a las soluciones que exige el dramático estancamiento nacional, es lo que puso en marcha un nuevo intento de golpe.

Hoy Mauricio Macri estaría en condiciones de ser reelegido en el 2019. Esta, y no otra, es la verdadera razón del clima golpista que se fogonea desde algunos sectores peronistas, algunos aliados del Gobierno hasta hace pocas semanas.

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