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La multitudinaria Marcha del Orgullo Gay en Río de Janeiro desafió al nuevo alcalde, que se negó a apoyarla

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Por primera vez en 22 ediciones, la celebración, que según los organizadores congregó a 800.000 personas, no recibió subvenciones municipales y debió sustentarse en patrocinadores privados, lo que redujo la infraestructura montada para los shows. No hubo estimaciones oficiales de asistencia de la alcaldía, encabezada por el neopentecostal Marcelo Crivella, ni de la policía militar.

La manifestación estuvo signada por la palabra “resistencia”, a la que recurrieron tanto los organizadores como los políticos que adhirieron a esta reivindicación callejera de la diversidadLa manifestación congregó a decenas de miles de personas en la avenida Atlántica, que bordea la playa de Copacabana, y transcurrió en clima de fiesta pero con mensajes de claro contenido político y en defensa de los derechos de los homosexualesEl blanco de las más fuertes protestas fue el alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, un conservador obispo evangélico, férreo crítico de la homosexualidad y opuesto al casamiento entre personas del mismo sexo, que en Brasil es permitido en lo civilSi bien el asunto se trató con seriedad en todos los discursos, la actitud del alcalde también fue motivo de burla y mereció jocosos cánticos, como un “bésalo a él, bésala a ella, pero no beses la boca de Crivella”, entonado a coro por los manifestantesLos conciertos comenzaron bajo una fina lluvia que no amedrentó a la multitud multicolor que se apiñó en el paseo marítimoEl proceso conservador, fundamentalista, de este alcalde atacó al arte, a la cultura, al samba, a la población LGBT”, dijo a la AFP Marcelle Esteves, vicepresidenta del Grupo Arco Iris, que organizó el desfileUn grupo de asistentes levantaban carteles con los colores del arco iris y la leyenda “Amar sin Temer”, jugando con el apellido del presidente de Brasil, un dirigente tradicionalista de 77 añosLos artistas que animaron el desfile renunciaron a su cachet, como la cantante Daniela Mercury, una de las primeras en haber asumido su homosexualidad, o la transformista Pablo Vittar, verdadero fenómeno de la escena pop brasileña actualBrasil es uno de los países que más padece la violencia homofóbica. En 2006, registró 340 muertes, una cada 25 horas, según datos del Grupo Gay da BahiaEn los últimos meses, la presión subió con la cancelación de algunas muestras culturales y un fallo de la justicia que rehabilitó la asistencia psicológica para la orientación sexual, una decisión que reabrió la puerta para tratar a la homosexualidad como una enfermedad, que es conocida localmente como la “cura gay”Célebre en el mundo entero por la sensualidad de su carnaval, Brasil tiene una vibrante comunidad homosexual que convive con grupos que expresan una profunda impronta religiosa y homofóbica“Estamos viviendo un momento muy difícil porque tenemos un alcalde totalmente homofóbico que está contra todo y todos, es anticultural. Esto no puede ser. Yo, que vengo de (los años de) la dictadura en los 60, no lo admito. El desfile es nuestro, es mío, es tuyo, es una alegría”, señaló Jani de Castro, cofundadora de la marcha(Fotos: AFP, Reuters)

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