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El Indec vuelve a reflejar la realidad

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El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) cumplió 50 años y lo celebró con un acto en el Teatro San Martín, con la presencia del presidente Mauricio Macri. La fecha coincide con un verdadero renacer de ese organismo, que desde su creación, en 1968, hasta su intervención de hecho, en 2007, por las patotas de Guillermo Moreno, había sido un ejemplo de excelencia dentro de la administración pública.

Gobiernos de los más diversos signos políticos habían respetado la idoneidad y la independencia de los muy calificados funcionarios que lo integraban, lo que era una rareza en un Estado como el argentino, que no supo en otras áreas mantener un servicio civil meritocrático y alejado de los vaivenes de las coyunturas políticas.

En cuanto la inflación comenzó a dispararse, en 2006, el Gobierno kirchnerista, en lugar de ensayar políticas sólidas para enfrentarla, decidió meter mano en el termómetro. De allí en más el índice de precios no reflejaría la realidad, la crearía. No se hablaba todavía de la "posverdad", pero se actuaba de esa forma, con absoluta indiferencia respecto de la verdad. Es más, en uno de los actos más aberrantes de aquellas administraciones se llegó a perseguir penalmente y a multar a las consultoras privadas que elaboraban índices certeros, por mentir. Cuando la mentira era la verdad.

La recuperación del Indec es uno de los logros más notables del Gobierno de Cambiemos, reconocido nacional e internacionalmente. En él se manifiesta de modo contundente uno de los pilares fundamentales de esta nueva etapa de la Argentina: decir la verdad, ser transparentes, no mentir, no ocultar información. No se trata solo de una exigencia republicana, sino del respeto a cada uno de los ciudadanos. El gobierno que miente en la cara, como lo hacía el kirchnerismo al distorsionar burdamente los índices de precios, entre otros, considera que los habitantes del país son seres inferiores a los que puede llevar a donde quiera con relatos por más absurdos que ellos sean.

Ante un organismo público que ahora tiene plena credibilidad, no parece necesario ni conveniente que se siga difundiendo el llamado "índice Congreso". En primer lugar, porque la denominación es engañosa: el Congreso no elabora un índice de precios. Simplemente, cuando regía la censura impuesta por Moreno, los bloques entonces opositores informaban un promedio de las mediciones de algunas consultoras privadas, a las que se preservaba de la persecución manteniendo sus nombres en el anonimato. Recuperado el Indec y también, lo que es aún más importante, la libertad de expresión, no tiene sentido recurrir a ese expediente. Cada consultora puede difundir libremente sus estimaciones. De paso, y para ratificar la seriedad del nuevo rumbo, hay que señalar que en varias ocasiones en los últimos meses el "índice Congreso" fue más benigno que el del Indec.

Hay que felicitar al presidente Mauricio Macri por su valiente decisión política, a las autoridades del Indec, encabezadas por Jorge Todesca, por la labor desarrollada con enorme profesionalismo. La verdad es la condición indispensable de cualquier política pública seria. Estamos en el buen camino.

El autor es diputado nacional (Cambiemos)

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