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El «desconocido Torres», el oficinista argentino que llegó a jugar contra Manchester en el Old Trafford

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La peculiar historia de vida del marplatense Sergio Torres (Getty)

La sinopsis de la película de Sergio Torres anuncia que es una de amor, aunque solo un ser humano sea el protagonista de la trama. Solamente un concepto universal como ese puede ser tan movilizador como para atravesar todas las barreras en busca de un sueño. El de él, ser jugador profesional sin importar lo que aparezca adelante.

A los 22 años, y luego de pasar dos juntando dinero para el pasaje, viajó a Inglaterra con 300 dólares en el bolsillo como único sostén para moverse por un extraño destino que le era hostil. No manejaba el idioma, desconocía dónde iba a alejarse y apenas tenía una certeza: el Brighton And Hove –hoy en la Premier League, por entonces en la tercera– le realizaría una prueba de unos pocos días tras haber visto un DVD casero que había armado con sus mejores jugadas en Banfield de Mar del Plata.

Torres era un absoluto desconocido. Hoy en día es el desconocido más conocido con una historia de vida fabulosa que motivó al joven holandés Jasper Spanjaart a contactarlo para realizar un documental explicando cómo aquel muchacho que estaba "grande para ser profesional en Argentina" terminó jugando contra el Manchester United en el mítico Estadio Old Trafford y ante el Chelsea en Stamford Bridge.

La semilla de esta utopía se engendró entre Mar del Plata y Francia, cuando la familia Torres viajó en 1998 a ver el Mundial y recorrer ese país. Un joven Sergio quedó maravillado con la mezcla entre el fútbol y Europa. Desde ese momento supo que iba a ser futbolista aunque la travesía se transformara en una odisea. Se desempeñaba como mediocampista en Banfield y Quilmes de su ciudad natal mientras convivía con su labor en la fábrica de ladrillos huecos de su padre.

Torres durante su juventud en Mar del Plata junto con su familia

"Era un trabajo muy, muy duro. Por eso dije: no quiero estar toda mi vida haciendo esto. Si no lo intento, nunca voy a saber", plantea Torres a Infobae desde Brighton, una ciudad costera de Inglaterra ubicada a una hora de Londres. Cuando su documento rozaba los 20 años se probó en Chacarita y Vélez sin suerte. Un voz interior le decía que en Argentina no iba a poder cumplir su sueño de ser futbolista profesional. Empezó a juntar peso por peso para poder comprarse un pasaje en el caso que sea necesario viajar. El llamado del Brighton And Hove inició la segunda etapa y lo hizo romper la firma de un vínculo de días con el Deportivo Madryn.

La escena ahora se traslada al aeropuerto de Londres en el 2003. El joven de 22 años que se anima a salir al mundo por primera vez sin el amparo de su familia baja del vuelo que tomó en Argentina con apenas un dato: alguien lo esperará allí. Un hombre de tez morena alza un cartel que reza "Sergio Torres". El ademán mundial del saludo es el único contacto que tendrán desde que hacen el primer contacto visual hasta que llegan a la casa del personaje en cuestión, ubicada al sur de Londres. El idioma es una traba imposible de saltear ante su desconocimiento de la lengua y en una época donde las herramientas tecnológicas todavía no ostentan el desarrollo con el que impactarán unos pocos años más tarde. Lo que siguió no fue mejor.

Sergio en Madryn, donde firmó por unos pocos días con el Deportivo Madryn. Luego emigró a Inglaterra

"Era un camerunés que representaba jugadores. Me llevó a su casa. Ese viaje fue muy raro, no hablaba nada", rememora aquellos primeros minutos en tierras británicas. Un contacto argentino llegó a la casa del manager africano y ofició por unas horas de traductor, hasta que nuevamente lo dejó solo.

El camino iba a ser hostil y su primera noche allí se lo advirtió: "El camerunés vivía con cinco personas más; primos, amigos, no sé. La casa era en un barrio al sur de Londres, que no es tan lindo como se piensa. Esa noche me acosté, cansado del viaje, y a las pocas horas me despiertan: había otro camerunés y entendí que ésa era su cama. Teníamos que compartir esa cama de dos plazas. Te juro que esa noche no pegué un ojo. Miraba para arriba y pensaba: ¿quién carajo me mandó a estar acá, si yo estaba bien en Argentina con mi familia y mis amigos? Ahora estoy acá a miles de kilómetros compartiendo la cama con un camerunés".

Torres no pasó aquel examen en el primer club y la promesa de someterse a nuevas pruebas que le hicieron los empresarios tampoco se concretó. Los dos meses por los que había viajado inicialmente se consumían mientras él entrenaba en soledad en el patio de una escuela lindera. "Miraba cuando no eran los recreos y corría con la pelota, hacía ejercicios", detalla.

El contexto era negativo e iba a empeorar. Su padre quería visitarlo para las fiestas de fin de año y el empresario africano aceptó brindarle un sillón de la casa para que tenga techo en los escasos días que duraría su periplo. Horas más tarde, cambió de opinión: "El camerunés se re calentó, empezó a discutir y gritarme. Lo insulté en español y me fui a la pieza. Vino atrás mío, llamó al argentino que hacía de contacto para que él me traduzca que me estaba echando de la casa porque lo había insultado. Era de madrugada. Esa noche no pegué un ojo. A las 5 de la mañana preparé el bolsito y me fui".

Bajar los brazos no era una posibilidad. Resistir se transformó en su bandera. Se unió a otro marplatense que contactó por casualidad en Inglaterra y siguió insistiendo. El amor es así, no entiende de contrariedades. El amor es el motor de la transformación.

El ascenso profundo inglés lo esperaba: llegó al Molesey y luego saltó al Basingstoke Town, ambos clubes de divisionales inferiores a la cuarta categoría, la última en ser profesional. En ese escenario, el fútbol era un hobby, pero el dinero para subsistir debía obtenerlo de otro lado.

"Trabajaba en el depósito de una farmacia de 6 de la mañana a 12 del mediodía y luego entrenaba a la noche. Los últimos meses empecé a trabajar también los sábados –día de partido– y llegaba justo a jugar. En el primer partido que hice eso me quedé dormido en la charla técnica", comenta entre risas, pronunciando por momentos las palabras de tal modo que se evidencian sus 14 años como ciudadano inglés de manera ininterrumpida.

Como toda buena película de amor, el sufrimiento del inicio es simplemente el terreno fértil en el que crecerá el mensaje esperanzador del final. El Wycombe Wanderers de la cuarta división lo vio en un partido amistoso en el que su equipo perdió 7-2 y Torres firmó su primer contrato como profesional a los 24 años.

Torres con la camiseta del Wycombe Wanderers de la cuarta división, su primer club como profesional (Getty)

Por primera vez, el hobby se convirtió en el medio para sustentar su vida. Este bien podría ser el final del film, pero no: a los cuatro años de haber arribado a Inglaterra sin más que un sueño, estaba enfrentando al Chelsea. Su equipo llegó en 2007 a las semifinales de la Curling Cup –una copa local– y se topó con un poderoso plantel con futbolistas de la talla de Petr Cech, Frank Lampard, Didier Drogba, Michael Ballack y Andriy Shevchenko.

Una lesión no le permitió sumar demasiados minutos en el 1-1 de la ida, pero no impidió que juegue más de media hora en el 0-4 que se desarrolló en el Stamford Bridge. Un sombrero a Drogba –que terminó en gol rival–, otro a Ballack y un planchazo de Makelele son las historias que todavía suenan una y otra vez en cada reunión: "Después de ese partido dije ya está, un sueño".

La realidad supera a la ficción y todavía tenía preparadas algunas sorpresas para el argumento. El Peterborough United de la tercera división y dirigido por el hijo de Alex Ferguson pagó más de 200 mil dólares para comprar su ficha. Apenas unos meses más tarde de enfrentar al Chelsea se topó en un amistoso con el Manchester United de Carlos Tevez y compañía.

"Como hincha de Boca, Tevez era mi ídolo. No lo podía creer cuando estaba al lado de él en el túnel, no sabía qué decirle. Muy macanudo. Estuvimos charlando como media hora después", recuerda sobre el paso por el equipo que le permitió llegar más alto en su carrera. En Peterborough ascendió y tuvo la oportunidad de jugar en la Championshipsegunda división– contra, por ejemplo, el Newcastle de Jonás Gutiérrez y Fabricio Coloccini: "Dos fenómenos que me dieron la camiseta, me hablaron, todo".

En el amistoso contra el United en 2008 jugando para el Peterborough (Getty)

Sin embargo todavía su historia no había llegado al momento cúlmine ni tampoco había ocupado espacios en los diferentes medios británicos. El golpe de impacto llegaría en el 2011, luego de soportar lesiones y pérdidas de espacios en diferentes equipos que lo obligaron a bajar hasta la quinta división para ponerse la camiseta del Crawley Town.

El histórico gol en la FA Cup contra el Derby County –por entonces en la segunda categoría– en el último minuto para acceder por primera vez en la vida de ese club a la cuarta fase del torneo más longevo del planeta sirvió como preludio. En la quinta ronda apareció el Manchester Unietd en su camino.

"Fue un sueño. Cuando estaba en el túnel antes de salir a la cancha, pensaba cuántas figuras habían estado ahí. Se me vinieron a la cabeza muchas cosas, los momentos duros que pase cuando vine a Inglaterra al principio, la familia y demás. Caminás y ves esa platea que, te juro, no se termina más. Lo disfruté mucho porque sabía que sería la última vez probablemente que iba a estar ahí", repasa como si se tratara de una vida ajena sobre aquella noche en la que perdieron 1-0, pero en la que él se dio el gusto de disputar los 90 minutos.

Todas las miradas salieron detrás de ese argentino que llamaba la atención por sus rulos y la vasta experiencia en el ascenso inglés. Los medios británicos hicieron hincapié en su trayectoria y el amor por la pelota que lo trasladó hasta allí. De aquella primera noche en una casa hostil de un suburbio londinense, a toparse con Wayne Rooney o el histórico irlandés John O'Shea. Ya nada volvió a ser igual.

La despedida del Old Trafford tras perder 1-0 contra el Manchester por la FA Cup (Getty)

La coronación de su historia sirvió para escribir un libro –junto con el periodista Juan Manuel López– llamado El Teatro de los Sueños que se editó en Argentina e Inglaterra, y que hoy por hoy lleve acumulado el 60% del dinero que necesita para grabar el documental de su vida por intermedio de un proyecto comunitario en el que muchas personas aportan su granito de arena.

Claro que no todo terminó allí, ya que años más tarde abandonó las ligas profesionales para volver a las competencias de menor relevancia que lo obligaron a trabajar como oficinista en la empresa de los dueños del Whitehawk, entidad de la sexta división en la que se mantuvo hasta la temporada pasada.

"Cuando terminé de jugar profesional tuve que ir derecho a trabajar. Así que bueno, fue lo que hice. Si tenés familia, el crédito de una casa, tenés que hacerlo. Tuve que trabajar en una oficina. El fútbol me dio muchas cosas, no solo el sueño de ser profesional, sino la posibilidad de formar una familia", explica mientras comenta que encontró el amor en una mujer alemana que conoció en medio de una pretemporada en ese país con el Wycombe .

Torres en su otro rol: trabajando en la oficina de los dueños del Whitehawk

Actualmente, ya con 36 años y dos hijas, continúa gritando a los cuatro vientos su amor por la pelota en el Eastbourne Borough de la sexta categoría mientras es entrenador de niños en una academia que abrió junto con Russell Martin, uno de sus grandes amigos que a su vez es un histórico futbolista del Norwich City.

Torres en la actualidad: juega en el Estabourne Borough de la sexta división inglesa

"Arranque con eso y entreno a chicos de 7 hasta 19 años. Vamos a escuelas, hacemos actividades extra escolares. Estoy muy contento con mi trabajo", asegura.

Su voz contagia alegría. Relata su vida de película con el mismo amor que lo empujó a batallar por su sueño. No hubo limitación que lo obligue a detenerse. Aquel pibe que apenas tenía 300 dólares para perseguir su grandilocuente ilusión, no entendía ni una palabra del mundo que lo recibía y pasó su primera noche temblando al lado de un grupo de desconocidos que le impartían miedo, ahora celebra cuando mira para atrás. Arrastra la "r" por momentos en las respuestas aclimatado a la pronunciación británica y da una clase de cómo hacer pedazos los límites que la sociedad a veces se esfuerza por imponer. Todos deberíamos tener un "desconocido Torres" dentro.

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